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REQUIEM POR EL PAISAJE J.
NOGUÉ, catedrático de Geografía Humana de la Universitat
de Girona. (juliol 2003)
Me pregunto a menudo
qué nos está pasando. La desfachatez con la que se está
descuartizando el territorio y destrozando el paisaje debería haber
provocado a estas alturas una verdadera reacción popular. El neodesarrollismo
en el que estamos inmersos desde hace varios -demasiados- años
no ha actuado con nocturnidad y alevosía, sino a plena luz del
día: sus efectos catastróficos sobre el territorio son evidentes
y palpables. Y, sin embargo, son pocas las voces que se alzan públicamente
para denunciar lo obvio, lo que salta a la vista en cualquier rincón
del país nada más poner Nos hallamos ante
una verdadera vorágine constructora, precisamente en el país
europeo con un porcentaje más alto de vivienda desocupada (12%).
En un contexto de potenciación -ecológicamente insostenible-
de la urbanización ¿Y el paisaje?
¿Qué pasa con el paisaje? Ahí están los resultados
de los procesos anteriormente descritos: espacios intersticiales yermos
y abandonados, edificaciones efímeras y construcciones precarias
a diestro y siniestro, carteles publicitarios, líneas de alta tensión,
vertederos diversos, cementerios de coches, chiringuitos... En fin, un
paisaje ¿Dónde
están los guardianes de la identidad? ¿Hacia dónde
miran los defensores de las esencias patrias? Muchos de los que se llenan
la boca hablando una y otra vez de esencias e identidades se están
cargando el paisaje, que es, sin lugar a dudas, uno de los elementos identitarios
más excepcionales, uno de los patrimonios culturales más
apreciados en las En efecto, los paisajes
tienen un carácter, una personalidad propia y exclusiva, que no
debe leerse como algo inequívoco, inmanente y estático.
Conservar la autenticidad de un paisaje, a la escala que sea, no significa
Las responsabilidades
en la degradación actual del territorio y en la correspondiente
destrucción del paisaje se reparten entre los diversos agentes
que actúan en él. En primer lugar, hay que mencionar a la
Administración, en todos sus niveles, empezando por la central,
aun cuando es verdad que ésta ha traspasado muchas de sus competencias
en este ámbito a las comunidades autónomas. En el caso de
Cataluña, dado el elevado número de competencias que en
materia de medio ambiente, ordenación del territorio y urbanismo
han sido traspasadas a la Generalitat, a quien hay que pedir El lobby inmobiliario es el único que ha estado a la altura de las circunstancias, en el sentido de ejercer adecuadamente el papel que de él se esperaba. En efecto, el negocio inmobiliario se ha aprovechado tanto como ha podido de este neodesarrollismo, así como de otras circunstancias más vinculadas al fenómeno de la globalización que a las dinámicas locales o nacionales, como la necesidad de blanquear dinero negro, la entrada en vigor del euro como moneda única europea o la escasa rentabilidad para el inversor que hoy ofrecen determinados productos financieros, a diferencia de lo que sucedía antaño. Esto es lo que explica, por poner sólo un caso, que el ritmo de urbanización en la Costa Brava, entre 1974 y el 2000, haya sido de 285 hectáreas de media anuales o, lo que es lo mismo, cerca de ¡una hectárea por día! No todo está perdido, a pesar del título de este artículo. Pero queda poco tiempo al ritmo que vamos, porque -no deberíamos olvidarlo nunca- las intervenciones en el territorio son, demasiado a menudo, irreversibles. Disponemos, por fin, de algunos instrumentos interesantes, como la Convención Europea del Paisaje, un catálogo de buenas intenciones en relación con el paisaje elaborado por el Consejo de Europa y presentado oficialmente en el Palazzo Vecchio de Florencia el 20 de octubre de 2000. Los estados que lo han suscrito deben proceder ahora a su ratificación. Si ésta se produjera pronto y si cada país integrara en su respectiva legislación las medidas propuestas por la convención, estaríamos dando, por fin, los pasos adecuados y en la buena dirección, después de tanto desbarajuste y desorientación. La convención
reconoce que "el paisaje es un elemento importante de la calidad
de vida de las poblaciones, tanto en los medios urbanos como rurales,
en los territorios degradados como en los de gran calidad, en los J. NOGUÉ,
catedrático de Geografía Humana de la Universitat de Girona.
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